El monstruo legislativo devora el sistema educativo
Pareciera que hoy día un profesor debería tener la carrera de derecho, aparte de la licenciatura y master de educación correspondiente que exige la profesión, solo para poder dar clase. El monstruo legislador esta desatado, y se ha creado un contexto de trabajo para el profesor que a veces raya lo surrealista o lo ridículo.
Se supone que todo profesor debe conocer bien la legislación que afecta a su ámbito, de lo contrario, a menudo podría cometer ilegalidades y meterse en serios problemas. Pero es que no es tan sencillo, incluso si el profesor tiene toda la buena voluntad del mundo y decide un día estudiarse la legislación se encontrará en una jungla donde no verá el camino.
Hagamos repaso, estas son las principales leyes que afectan a la educación (en este caso Andalucía):
Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa . 62 página
Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, secundaria y bachillerato. 378 páginas
Orden ECD/1941/2016, de 22 de diciembre, para bachillerato 60 páginas
Orden de 14 de julio de 2016, para secundaria. 289 páginas
Plan de centro del instituto. 200 páginas.
¿Qué les parece? 898 páginas que leer y comprender para poder desempeñar nuestra función docente, sí, ya se que no todas las páginas son necesarias, pero si quiero averiguar cuáles son, al final tengo que leerlo todo.
Pero es más, aún falta legislación, hay infinidad de ordenes que se aprueban y que también tenemos que conocer. Y lo peor de todo, de las leyes enumeradas, la mayoría repiten lo mismo, pero añadiendo un poquito allí, y otro poquito acá. Pero esperen, sí, sí, hay más, mucho más; en cada departamento se debe hacer una programación didáctica para cada asignatura, y esta puede tener unas 60 páginas, o sea, que si yo doy 3 asignaturas, sumemos a la cuenta 180 páginas más de programación, que también tengo que conocer…..
Y yo que soy un ingenuo me pregunto ¿No se puede hacer un solo documento? ¿Tan difícil es? Por supuesto la mayoría de profesores no se ha leído estas leyes y desconoce buena parte de su contenido.
Y es que esto es un teatro, ningún profesor se conoce la legislación
Pero no, no es nuestra culpa sino conocemos esas leyes, para dar clases de historia y tratar a los alumnos con cariño, no necesito estudiar más de 1000 páginas de leyes con un lenguaje solo inteligible para abogados. Por eso, los profesores se mueven siempre con cuidado y con miedo, no sabemos que cosas están o no permitidas, y hay tantas leyes que si hay algún problema, sabemos que la inspección siempre jugará en nuestra contra.
Mi teoría es que por un lado los españoles tendemos a desarrollar en el máximo número de palabras lo que se podría decir en pocas (la constitución de Cádiz de 1812 tenía 384 artículos, la americana de 1787 solo 7); y por otro lado, se ha alimentado tanto el monstruo de las autonomías, que todo el mundo quiere legislar, y cuanto más mejor.
Estuve muchos años de interino, y cuando me preparé las últimas oposiciones sí me tocó empoyarme estos tochos, a veces pensaba que no me preparaba para la enseñanza, sino para la judicatura. Lo triste es que me estudiaba la legislación sabiendo a ciencia cierta que es irreal, que la mayoría de compañeros no conoce esta legislación, que el tribunal que me iba a examinar tampoco. Todos los que estamos en la enseñanza sabemos que la ley no se puede cumplir, y tenemos que tragar, y hacer y hacer papeles, cuando las autoridades lo piden.
La obsesión por legislar crea una jungla en la que no sabemos movernos, no sabemos a dónde vamos, y vamos despacio porque a la mínima podemos hacer algo que este prohibido en alguna ley de las muchas que hay.
¿Se imaginan? ¿Una ley educativa escrita en cincuenta páginas?
¿Sería posible? Y hablo de una ley que luego no repliquen y copien todas las administraciones habidas y por haber. Un documento único que pudiésemos estudiar y consultar siempre que quisiésemos. Porque ahora, el problema existente, es que cuando un profesor tiene una duda sobre algo que hace se puede hacer o no, sencillamente no sabe donde consultar, hay tantas leyes superpuestas, tantas órdenes aprobadas, que primero hay que consultar, dónde consultar, y es un rollo.
¿Qué propongo?
Volver a considerar al profesor una autoridad. ¡¡¡¡Ojo!!! Habiendo hecho un proceso de selección serio y riguroso, y no la tómbola que hay ahora, también llamada oposiciones. Y también evaluando los resultados y la formación continúa del docente. Dicho eso, considerar al profesor una autoridad, y que este tenga libertad para organizar y evaluar el curriculum.
Y por supuesto, debe hacerse una ley detallada y rigurosa, pero una; no una decena de leyes superpuestas unas a otras. Una ley general que se pueda redactar en 200 páginas y que sea el documento único al que todos podamos recurrir para consultar las dudas sobre la legislación.