Por qué se pierde la vocación por la enseñanza




Parece que es inexorable, a todos les pasa, no importa las ganas que tuvieran en los inicios, parece que todo profesor llega a un punto en el que se plantea si le gusta la educación, si disfruta su trabajo, si se dedicaría a otra cosa si pudiese. Y muchos, llegan a esa conclusión, que sí, que si pudiesen, que si fuesen más jóvenes no dudaban en cambiar de vida.

Maestro o profesor es de las profesiones que exige más vocación, si no la ejerces con el corazón lo pasarás mal, y lo harás pasar mal.

Pero es que parece que todos, en algún momento se cansan de enseñar, ya no disfrutan y entran en el bucle infernal del victimismo y la queja, y entonces empiezan a culpar de todos los males a los demás: al gobierno, a los padres, a los alumnos, a otros compañeros…. Este profesor quemado se lava las manos y todo lo malo siempre es culpa de otros, además, comienza también a entrar en ese estado en el que ya solo se hace lo mínimo.

Pero no estoy criticando a nadie, porque observo que todos pasan por ahí….

 

¿Pero por qué? ¿Por qué un profesor puede llegar a perder la motivación por la enseñanza?

Hay varios factores, aunque bueno, en el fondo hay uno, visto desde varias perspectivas.

Cómo ya he explicado en otros artículos esta es la profesión en la que más se trata con las personas de forma directa: entre alumnos y compañeros trato cada día con unas 200 personas.

Y entre esas 200 personas…. ya saben, hay un 90% que son gente maravillosa, luego hay un 6% que no aguantas, pero con los que convives, y a veces hay un 4% que te puede arruinar el día y el mes.

Pero la vocación y la motivación por la enseñanza se pierde a veces por hechos puntuales que se repiten en el tiempo, y que a la larga hacen mella.

 

Por ejemplo…. Experiencias que quitan la motivación por la enseñanza.

1. Que un alumno te agreda.

Sí, esto puede pasar, no es frecuente pero pasa. A veces puedes dar con alumnos que tienen problemas mentales, o que han sido educados en un entorno muy violento, y puede pasar que este alumno te amenace, o directamente te agreda.

Pero ojo, el ataque no tiene porque ser físico, también hablo de ataques verbales que pueden llegar a ser tan violentos y dolorosos como los anteriores. A veces, algún alumno, fuera de sí, puede insultarte de forma directa y violenta.

Repito, esto no es el día a día, sucede poco, pero te lo puedes encontrar.

Y no es una agresión de un alumno lo que te hace perder la motivación, no es eso, es el hecho de que tú no puedes hacer nada, absolutamente nada. Si un alumno te agrede, te lo comes con patatas, como mucho  éste tendrá una expulsión, a lo mejor ni eso, pero tú no puedes defenderte, porque si lo haces pierdes.

 

2. Compañeros o directivos que sean mala gente.

Éstos también te quitan las ganas, y a veces también los hay. Les cuento un secreto, hay profesores que con los alumnos critican a otros profesores.

A veces hay directivos que te presionan para que pongas una nota u otra al alumno, o que ves como benefician a un compañero porque sí a tu costa.

De nuevo, esto tampoco es el día a día, pero cuando cambias tanto de instituto, siempre puedes encontrarte gente así.

 

3. Unos padres problemáticos

Cuando te llegan, necesitas la paciencia del Santo Job, de nuevo tendrás que aguantar que te expliquen cómo dar clases, cómo tienes que hacer tu trabajo, porque su hijo o hija son los mejores y tú estás metiendo la pata.

Aguantar una sesión de estas, te deja hecho polvo, de nuevo lo peor es lo que sucede en el punto 1, cuando te llegan ¿sabes lo que puedes hacer como profesor? Nada. Aguantar con estoicismo las lecciones que esos padres te den.

Y es que otra vez… si te enfrentas pierdes.

4. Y por último…. Con la administración hemos topado.

Esta también te quita la vocación, un ingente directorio de cargos de la administración no hace otra cosa que pedir más y más papeles, más y más informes, más y más evaluaciones. Hasta que un día te ahogas con tanto informe, y dejas de prepararte las clases porque tienes que rellenar papeles.

¿Y saben lo peor? Que todos esos informes no sirven para nada, todos lo sabemos, los de arriba y los de abajo, y aún así se perpetúa esta práctica.

Y en este punto, por supuesto también hay que nombrar a la inspección, que en caso de conflicto entre un profesor y un alumno o padre, ¿A qué no saben a quién le darán la razón?...... ¡efectivamente!

Y todo esto, no me canso de insistir, aunque no te lo encuentres cada día, tarde o temprano lo vives..

 

Y cuando estos hechos se repiten….

…te dejan huella, te van minando y poco a poco se te enturbia ese espíritu juvenil indomable que tenías en los inicios, y con el que te prometías tu solito cambiar el mundo y las vidas de tus alumnos. A mejor, claro.

¿Pero esto es irreversible? ¿No podemos hacer nada? ¿Todo profesor se ve abocado a llegar hasta ahí?

Yo no me resigno, aunque he pasado por todas las fases descritas, no me resigno. Tiene que haber un camino de vuelta a ese punto en el que disfrutas cada día y cada hora. Porque si no, ¿qué sentido tendría?

¿Eres un ingenuo si crees que puedes cambiar el mundo como profesor? ¿Eres un ingenuo si mantienes la fe en las personas?

Por supuesto que debe haber maneras de mantener esa alegría por la enseñanza…  continuará.