Las clases de la Corona. 

Lo que he aprendido

No quiero hablar en este artículo de la dificultad que está suponiendo para los profesores el trabajar completamente a ciegas, con instrucciones confusas y contradictorias que llegan cada semana, viendo que las autoridades no paran de improvisar: un día te dicen que hay aprobado general, al día siguiente que no; otro día que no avances materia, al otro que aún no está claro; que no mandes muchos deberes, pero que mandes algo… No hablaré tampoco de lo que he tenido que leer en redes sociales sobre lo que tenemos que hacer los profesores, porque todo el mundo sabe cómo hacerlo excepto yo, así que el problema parece que es mío.


No quiero hablar de todo esto, porque cuando llegue a mil palabras voy a estar rojo de la ira y voy acabar estrellando el ordenador contra la pared. Y ya es lo que me faltaba.


Mejor hablo de otra cosa, de lo que he aprendido, o mejor dicho, de lo que he confirmado porque ya lo intuía de hace tiempo.


La enseñanza online no me pilla de improviso. Llevo más de cuatro años creando material educativo en la red, totalmente gratuito, y que siguen miles de estudiantes. Tengo una red de podcasts de historia que cubren todos los niveles de secundaria y bachillerato; llevo dos años haciendo directos en Instagram en los que doy clases de Historia de España para Selectividad, habiendo llegando a cientos de espectadores en directo; hago TikToks explicando historia; llevo tiempo mandando a mis alumnos trabajos que me tienen que hacer a través de Instagram…,


Nunca he parado de experimentar y de probar, es algo que me apasiona. Pero hay algo que siempre he intuido y ahora lo confirmo.


Un podcast es una herramienta poderosísima para estudiar. Al igual que un buen canal educativo de YouTube, una app o un curso online.


A través de estos se puede adquirir el conocimiento más que necesario para aprobar una materia y con muy buena nota.


Que no se engañe ningún profesor, cualquier cosa que estés explicando en clase, ya hay alguien en internet haciéndolo mejor que tú


¿Eres peor profesor por eso? Para nada, ahora, tu obligación es coger esa fuente, usarla como herramienta para ti y para los alumnos. Ese profesor YouTuber o Podcaster es tu aliado. Te va a ayudar cuando vayas apurado con el temario, o no hayas podido repasar bien un tema, será un apoyo para los alumnos que necesiten refuerzo. Esa herramienta te va a ayudar a dar una clase menos cargada, podrás hacer otros proyectos más lúdicos……


Ahí está esa herramienta. Encuéntrala, y úsala como un complemento a la clase. Si se hace bien, todo va más ligero.


Durante los meses pasados que duró la selectividad en toda España, mayo y junio sobre todo, mi Podcast de Historia de España para selectividad llegaba a 40000 descargas diarias ( y puede que fuesen más). No sé cuántos comentarios y mensajes de estudiantes recibía a diario agradeciendo lo que hacía.


Me sentía absolutamente abrumado. Del orgullo de leer a alumnos de toda España decir que yo era su profesor, se me salía el corazón.


Pero estos meses de confinamiento confirmó lo que siempre he intuido. 


Un podcast, un canal de YouTube, una aplicación, un curso online, un directo en Instagram… jamás en la vida van a sustituir a la experiencia presencial de tener al alumno frente a frente. Las emociones que se transmiten de uno a otro, esa experiencia de vida, esa emoción de escuchar una buena explicación, de tener una familia en clase que te acompaña en el camino, esas miradas y gestos que expresan todo….


Eso no se puede sustituir por nada.


Empecé el confinamiento muy enfermo (creo que fue el covid, pero como no se hacían test, no tengo la certeza), durante todo ese tiempo controlé todas las tareas a través de mensajes en la plataforma y me limité a corregir los trabajos que había pedido. Después de casi dos semanas me voy recuperando, y coincide entonces con las evaluaciones y luego las vacaciones de Semana Santa….


Así que después de un mes desde la última vez que ví a los alumnos, puedo empezar con ellos las clases online. Ya veo a los alumnos en el zoom, por la cámara veo que algunos sonríen, tengo incluso la sensación de que se alegran de verme.


Resulta que la ministra acababa de anunciar que se dará aprobado general, esto me hizo pensar que estaría solo en la clase, y de repente se conectan 29 alumnos de 2º de la ESO, a una clase online a la que podían no haber venido.


Les hablo del Renacimiento, me hacen preguntas, respondo…. Les veo interés, pero por dentro estoy frustrado, este tema, de estar todos presentes daría lugar a coloquios más enriquecedores que cualquier actividad super bien programada, de las que luego te exigen. Y ese coloquio no se puede hacer por zoom. No, es imposible.


Doy mi clase lo mejor que puedo, pero ¡Cómo desearía que no hubiera pantalla!, ¡Cómo desearía tenerlos a todos delante! El Renacimiento, este tema daría para mucho. Eso se va a perder.


Después de una explicación les mando una tarea para la semana siguiente que consiste en hacer un breve video de dos minutos, espero mientras lo explico que alguien me diga “profe, eso es mucho”, “¿y si no lo hago que pasa? Ya estamos aprobados de todas formas”, “¿puede ser de menos el video?”….. pero nadie dice nada. Compruebo los audios y todos funcionan, ¿por qué ningún alumno protesta, si siempre lo hacen? ¿Qué diablos les pasa? ¿Si saben que están aprobados?…. No lo puedo entender.


¿Y si es que echan de menos las clases? ¿Y si es que se han conectado porque quieren escuchar una explicación? O a lo mejor querían ver al grupo entero. A la mejor la clase ha roto la monotonía de estos días. A lo mejor había interés real en la explicación y la nota no les importaba, a lo mejor sentían que tenían que cumplir con su obligación aún sabiendo que no iban a ser penalizados.


Paso el día dándole vueltas, los alumnos me devuelven la esperanza, con comportamientos así, a lo mejor hay salida.


Tenemos que tomar nota de esta experiencia:


Las clases presenciales son insustituibles, siempre van a ser necesarias.


Debemos aprender a utilizar todo lo bueno que ofrece el mundo online: si este lo acoplamos de la manera correcta a la formación presencial, tendremos un sistema educativo que será como un cohete. Llevará a los alumnos tan lejos como quieran.


La cuestión no es desarrollar el mejor software o tener el ordenador más potente, o hacer mejores pizarras digitales, no es eso. Los medios ya los tenemos, solo nos falta afinar en su uso y apuntar bien, ahí es donde fallamos.


El futuro del sistema educativo pasará por un modelo mixto. Menos horas de clase, o de explicaciones teóricas (que seguirán siendo imprescindibles), y más uso de herramientas online que nos apoyen.


Y más importante que nunca, recordar algo que se nos había pasado por completo. Resulta que un instituto es una familia, un colegio es una familia, una clase es una familia… son demasiadas horas juntos. En un aula, profesores y alumnos nos conocemos bien, con una mirada ya sabemos lo que queremos… y nos cogemos cariño (o tirria), o las dos cosas. Entonces, como en cualquier familia, tenemos que cultivar por encima de todo la convivencia, el resto viene después, y para que haya convivencia no hay que tener miedo a un término proscrito en nuestro sistema: hablo de la palabra amor. Esto también tiene que estar presente.