La gestión emocional en los centros educativos
No hay una profesión en la que se entre en contacto con tanta gente como la enseñanza.
En el momento que escribo estas líneas, estoy en un instituto donde doy clase a seis grupos de treinta alumnos cada uno, o sea tengo 180 alumnos, y veo a todos casi todos los días. Además tengo 60 compañeros profesores que veo y saludo cada día, por supuesto con algunos paso más tiempo que con otros. Por otro lado en el instituto hay unos 600 alumnos….
En resumen, cada mañana entro en contacto directo con unas trescientas personas, y hablo de un trato personal, esta profesión es así: los alumnos conocen bien a fondo el carácter de sus profesores, estos también el de sus alumnos. Y lo mismo entre compañeros.
Para que un centro de enseñanza funcione es importante una buena gestión y organización por parte de la dirección, ¡¡¡PERO!!! Más importante es si hay buen ambiente en el claustro.Y el mismo concepto se aplica a los alumnos, una buena metodología pedagógica no sirve para nada si en el grupo hay enfrentamiento, bulling o mal rollo.
Las emociones se transmiten….
….la sonrisa y la energía positiva que llevas contigo la vas a contagiar de forma inevitable a toda persona con la que contactes. También lo contrario, tu negatividad, mal rollo y rencor también lo vas a contagiar. No somos conscientes, pero un gesto amable, unas palabras de apoyo, unas “gracias”, una sonrisa… pueden levantar el ánimo y alegrar el día.
Se nota en seguida cuando entras en una clase donde reina el buen ambiente, cuando pasa, el trabajo fluye, hay alegría, todo el mundo puede hacer bromas… las notas acaban siendo altas y hay una motivación por el trabajo contagiosa que anima a todos. ¿Pero cuál es esa chispa? Todas las metodologías modernas del mundo, las rúbricas, proyectos, aprendizajes cooperativos… hacen aguas cuando en un grupo hay mal rollo o rencor.
He trabajado en institutos dónde el ambiente en el claustro de profesores erasencillamente irrespirable. Profesores, que por una cuestión de ego critican todo lo que hace el compañero, o la autoridad; y van al claustro o a las reuniones con voluntad de bloquear toda acción en el centro. En esos centros el alumnado esta desamparado, el claustro de profesores entra en una espiral de desmotivación, cualquier proyecto pedagógico carecerá de sentido y los profesores se limitan a “dar clases”.
Los adultos somos peores que los alumnos, los niños perdonan y olvidan al rato, ellos solo quieren divertirse. Pero entre los adultos el ego manda por encima de todo, y llevamos fatal reconocer que nos hemos equivocado, que alguien lo haga mejor que nosotros, que nos hagan una crítica…
Cuando en el grupo de alumnos reina la alegría, esta pasa al profesor; cuando en el claustro de profesores manda la cooperación y el compañerismo, esto pasa a los alumnos….
¿Pero cómo fomentar el compañerismo entre compañeros?
Todos somos excelentes profesores cuando damos con un grupo en el que abundan las buenas personas, pero ¿y cuándo damos con grupo en el que prima la violencia y el insulto?
Lo tengo comprobado… si entro a clase con una sonrisa y con energía positiva, la clase entera dibuja una sonrisa en su rostro, nadie sabe por qué, pero la clase está contenta. Si por lo que sea entro malhumorado en clase y en mi rostro hay seriedad, todos los alumnos callan y se ponen serios.
Por lo tanto… como profesor, el primer objetivo sería un control emocional. No se trata de entrar a clase sonriendo cuando no tienes ganas, o de forzar una amabilidad con todo el mundo…. Pero el primer paso es entender que el grupo de alumnos va a reflejar las emociones que tu sientes. Y cuando eres consciente de que el grupo es un espejo de tu personalidad entonces ya empiezas a cambiar. La palabra prescrita de la educación y especialmente en la secundaria: es el amor. Si eres capaz de sentir amor por tu trabajo y por tus alumnos, estos lo van a sentir, siempre. Y el 99% de los seres humanos cuando es tratado con amor, responde con amor.
Pero pisemos la tierra, muchos profesores me dirán “muy bonito, pero ¿qué pasa cuando te encuentras con un alumno que te muestra odio visceral? ¿qué te ataca de forma deliberada? ¿Qué pasa cuando un alumno, que bajo el efecto de un trastorno de personalidad o de las drogas, fuera de control te ataca?” (esto me ha pasado) ¿Qué haces ahí? Antes que profesores somos personas… ¿cómo responder con amor?
Ok, si te encuentras con esta situación, lo que digo no vale. Pero también tenemos que decir que esto no pasa el 99% de las veces. A veces los profesores somos tremendamente catastrofistas, hay alumnos que pueden ejercer la violencia física y verbal (sobre todo esta última), contra el profesorado. Pero insisto, estos casos son muy muy excepcionales, y no podemos crear normas de comportamiento basadas en las excepciones.
“Ya, pero aún así….” uno de estos alumnos puede el solo acabar con el ambiente de todo un grupo, y puede ser tan incisivo que hunda la moral del profesor… ¿Entonces?
Soluciones y propuestas:
Como siempre, la formación del profesorado es clave. En Magisterio o en el Master de educación para secundaria deberían enseñar a cómo gestionar las emociones de uno mismo. Alguien dirá que eso pertenece al ámbito personal, pero que no se olvide lo dicho anteriormente, los alumnos van a reflejar las debilidades y fortalezas del profesorado. Por eso este debe aprender a cómo controlar sus emociones.
Como ya dije en el anterior artículo, también hay que enseñar a los alumnos a gestionar sus propias emociones. ¿Qué tal asignaturas como yoga o meditación? ¿O defensa personal?…
Como siempre me interesa tu opinión
¿Has vivido alguna de las situaciones descritas?
¿Qué propones para mejorar la convivencia en los centros educativos?